Parece que hoy día el fracaso no sea una opción. Fracasar puede llegar a suponer un estigma, una vergonzosa etiqueta que nos acompañará de por vida… Fracasa el que pierde el trabajo, el que no lo encuentra, el que es rechazado en una entrevista, fracasa el que no puede hacer realidad sus sueños, el que no consigue destacar en nada entre una amalgama de talentos, o aquel que no se hace millonario en un santiamén. No parece haber un término medio, vivimos en la cultura del todo o nada, donde es preciso atropellar antes de ser atropellado.
Y ese es principalmente el motivo por el que las historias de éxito sin más, logrado casi sin esfuerzo llaman más nuestra atención que aquellas que contienen episodios de fracaso, donde caída tras caída, y a base de perseverancia y aprendizaje de la experiencia vivida, finalmente hay un triunfo clamoroso.
El fracaso forma parte de nuestro paso por la vida. Las personas que hoy abrazan el éxito en sus carreras o en sus vidas, también lo han experimentado en muchas ocasiones.
Son bien conocidos casos como el de Albert Einstein, Steve Jobs, Walt Disney, Tomas A. Edison o J.K Rowling, en los que, tras numerosos fracasos, lejos de darse por vencidos, tuvieron el coraje para dar el salto al vacío una vez más, logrando por fin el éxito que buscaban tras ese último intento.
Los fracasos son por lo tanto, una parte de nuestro camino hacia el éxito. Y esto es algo que es preciso no olvidar para dar mayor relevancia a las oportunidades que brindan, que a la frustración que sufrimos cuando se producen.
Aunque la mayoría se decepciona inicialmente, ganar perspectiva con el tiempo ayuda a darse cuenta de que esa frustración temprana es una oportunidad de oro para probar algo diferente y obtener una experiencia valiosa que te catapulte hacia el éxito.
Estos momentos individuales de frustración, rechazo o fracaso, contienen algunas verdades universales de las que se pueden beneficiar los profesionales de cualquier nivel. Por eso quiero compartir contigo estas cuatro estrategias para recuperarte y prosperar cuando la meta profesional que alguna vez codiciaste, se te escapa.
Reconoce el dolor emocional
El fracaso a menudo provoca dolorosas dudas emocionales sobre nuestra propia competencia y autoestima, por lo que tratamos de evitarlo o fingimos que no nos importa. Es importante no descartar cómo nos sentimos. Ser rechazado o fracasar duele y la respuesta fisiológica que crea en nuestros cuerpos y mentes es similar al dolor físico. La razón por la cual una reacción negativa o rechazo causa emociones tan fuertes se remonta a nuestra historia primitiva, cuando tener que abandonar la tribu expulsado después de un rechazo podría haber tenido como consecuencia inmediata el riesgo físico o incluso la muerte, algo que parece haber quedado grabado en nuestra herencia biológica. Si el rechazo no doliera, nuestros antepasados podrían haberse puesto en peligro al irrumpir en el camino de un animal salvaje o un enemigo armado. Por lo tanto, reconocer que las emociones que sientes son de carácter adaptativo, primarias y normales, es algo que puede ayudarte a superar el dolor del fracaso, más rápidamente.
Pregúntate: «¿Fui yo la causa, fueron ellos o fueron las circunstancias?»
Estudios recientes confirman que cuando las personas atribuyen los contratiempos a la falta de ajuste en lugar de culparse a sí mismos o a otra persona involucrada, es menos probable que se den por vencidos y estén más motivados para mejorar. Por lo tanto, esta reconfiguración del pensamiento supone un beneficio adicional. En lugar de fustigarte inútilmente por lo que ya no tiene remedio, consumiendo energía y recursos emocionales, activa tu locus de control interno tomando firmemente el timón, pasa página cuanto antes, reflexiona sobre lo que te ha aportado la experiencia vivida y ponte manos a la obra de nuevo.
Practica la resiliencia
Una de las características más notables de las personas que consiguen reconducir el fracaso hacia el éxito es la resiliencia. Las personas resilientes aceptan el fracaso como una posibilidad más, ven la vida como una escenografía llena de retos que hay que superar y tienen una actitud proactiva y positiva ante la adversidad y las dificultades.
Abraza tus fortalezas
Si miras hacia atrás por mucho tiempo, en lugar de seguir adelante en una dirección donde tu talento puede brillar, te arriesgas a la posibilidad de desaprovechar nuevas oportunidades. Hacer un esfuerzo consciente para mirar hacia adelante en lugar de hacia atrás puede conducir al crecimiento personal y al descubrimiento de nuevas opciones creativas a las que acceder y con las que triunfar.
Ser capaz de identificar el lado positivo tras un fracaso o una oportunidad perdida puede ayudarte a avanzar hacia cosas más grandes y mejores, mientras mantienes tu confianza en ti mismo en el proceso. No olvides que somos mucho más que los puntos clave que aparecen en nuestro currículum. Ten en cuenta que somos mucho mejores que las frases que unimos en una ensalada de palabras bajo la lupa de una entrevista. Nadie nos rechaza. Rechazan una minúscula muestra de nuestro trabajo, de nuestro ser, con frecuencia solo después de verlo todo durante una breve fracción de tiempo y a través de una lente sesgada y empañada.